p:first-letter { display:block; margin:5px 0 0 5px; float:left; color:#035EFC; font-size:60px; font-family:vivaldi; }

domingo, 9 de diciembre de 2012

Cuando digo magdalena...

Recuerdos...

Imborrables...  Esquivos...  A veces difusos...  Siempre subjetivos...

No tengo dudas de que mis recuerdos ya han sido manipulados y acomodados por el frecuente ejercicio de mi propia memoria. Salvo algunos... quizá.

Y una incógnita que me persigue. ¿Cuánto de ellos son reales y hasta dónde son construidos?

La incertidumbre no es vana, surge de encontrarme alguna vez mirando alguna fotografía de cuando era chica, de mi niñez, y reconstruir el momento, imaginarme la situación... pero no recordarla. Por lo tanto, el momento existió -tengo la prueba gráfica- pero no quedó tan en la superficie de mi memoria como para traerlo de regreso.

Proust me regaló una luz...
Porque siento mucho más genuinos aquellos recuerdos que irrumpen en mi consciencia a partir de los sentidos. 
Un aroma, una fragancia, un acorde, la textura de algo, la sensación del viento... o el agua... o una imagen que se cruza etérea, imprecisa, esquiva... y que yo quiero retener, atrapar, reproducir... Algunas veces lo logro...

Pero es la magia del instante.
El vuelo del espíritu que me roza con sus alas...

Tal vez... Seguro...  Una cuarta dimensión...  Mi mente, mi alma, recuperan algo vivido, se trasladan, reviven... 

¡¡Qué placer!! ¡Qué hermoso  regalo!

Siento que tengo entre manos un fragmento de vida, volátil, frágil, etérea... sagrada.

Para mí...  fragmentos de eternidad...



1 comentario:

Geraldine, dijo...

si. no hay nada mas cercano a revivir recuerdos que atrvés de los aromas, por lo menos a mi me sucede eso. despues sigue la música, sin querer algun disjockey nos musicaliza la vida no?...saludo enorme!