p:first-letter { display:block; margin:5px 0 0 5px; float:left; color:#035EFC; font-size:60px; font-family:vivaldi; }

sábado, 24 de agosto de 2013

Jorge Luis Borges.

24 de agosto de 1899.
Nace un elegido en el arte de dar vida con palabras. Uno de los grandes.

    Empieza por una suerte de revelación. Pero uso esa palabra de un modo modesto, no ambicioso. Es decir, de pronto sé que va a ocurrir algo y eso que va a ocurrir puede ser, en el caso de un cuento, el principio y el fin. En el caso de un poema, no: es una idea más general, y a veces ha sido la primera línea. Es decir, algo me es dado, y luego ya intervengo yo, y quizá se echa todo a perder. En el caso de un cuento, por ejemplo, bueno, yo conozco el principio, el punto de partida, conozco el fin, conozco la meta. Pero luego tengo que descubrir, mediante mis muy limitados medios, qué sucede entre el principio y el fin. Y luego hay otros problemas a resolver; por ejemplo, si conviene que el hecho sea contado en primera persona o en tercera persona. Luego, hay que buscar la época; ahora, en cuanto a mí eso es una solución personal mía, creo que para mí lo más cómodo viene a ser la última década del siglo XIX. Elijo si se trata de un cuento porteño, lugares de las orillas, digamos, de Palermo, digamos de Barracas, de Turdera. Y la fecha, digamos 1899, el año de mi nacimiento, por ejemplo. Porque ¿quién puede saber, exactamente, cómo hablaban aquellos orilleros muertos?: nadie. Es decir, que yo puedo proceder con comodidad. En cambio, si un escritor elige un tema contemporáneo, entonces ya el lector se convierte en un inspector y resuelve: "No, en tal barrio no se habla así, la gente de tal clase no usaría tal o cual expresión."     El escritor prevé todo esto y se siente trabado. En cambio, yo elijo una época un poco lejana, un lugar un poco lejano; y eso me da libertad, y ya puedo fantasear o falsificar, incluso. Puedo mentir sin que nadie se dé cuenta, y sobre todo, sin que yo mismo me dé cuenta, ya que es necesario que el escritor que escribe una fábula por fantástica que sea crea, por el momento, en la realidad de la fábula.  


Jorge Luis Borges. Cómo nace un texto.


miércoles, 21 de agosto de 2013

Calle Dublín. Samantha Young

Bajo la etiqueta de "novela erótica" se han publicado todo tipo de obras de calidad diversa. En general, desconfío de las modas y me resisto a caer ingenuamente en las monumentales campañas de marketing que, en la actualidad, acompañan a estos "booms," no quiero que me "cacen" con sus argumentos y portadas casi clonadas...  Por eso mismo dejo correr el tiempo, decantar las euforias y navego asiduamente por blogs y páginas de cuyo criterio me fío, escucho consejos, comentarios y opiniones y luego... decido.

En este caso me interesó esta novela de Samantha Young, joven escritora escocesa, quien con "Calle Dublín" inicia una serie que promete si continúa con la calidad mostrada.

Dejo la reseña y luego mi opinión.


Cuatro años atrás, Jocelyn Butler dijo adiós a su trágico pasado en Estados Unidos para empezar una nueva vida en Edimburgo. Pero cuando se muda a un apartamento en Dublin Street y conoce al hermano mayor de su compañera de piso, todo cuanto ha intentado proteger se ve sacudido hasta lo más profundo. Braden Carmichael es un hombre que siempre consigue lo que quiere, y ahora la quiere a ella.
Sabedor de que Jocelyn ha renunciado a establecer cualquier clase de relación, le propone dar rienda suelta a la intensa atracción que siente el uno por el otro, sin dejar que la relación vaya más allá del sexo. Jocelyn acepta, sin imaginar que el atractivo escocés se enamorará de ella sin remedio.

Es difícil no caer en estereotipos, sobre todo en novela romántica, y sobre todo en novela romántica erótica -donde el límite entre el buen gusto, el erotismo y la pornografía se hace tan delgado- y cuando leemos una novela romántica erótica sólida, lo agradecemos.

Calle Dublín es más que erotismo, es más que sexo. Calle Dublín  cuenta duras historias de vida de personajes con carnadura, con profundidad sicológica, bien construídos. Se apoya en una estructura interesante, mezclando tiempos y situaciones, haciéndonos conocer gradualmente las intimidades del alma. Está narrada desde una muy sutil y perceptiva primera persona, que casi parece omnisciente por cómo transmite y describe las emociones de los demás personajes, utilizando una prosa rica, sensible, ágil. La tensión narrativa y dramática es constante y gradual, al igual que la tensión erótica. Si bien tiene una importante dosis de escenas hot siempre están adecuadamente enmarcadas en los procesos emotivos y sicológicos de los personajes, respaldados por ellos y comprensibles por su causa. En este sentido me hizo recordar al estilo de Megan Hart (para mí, una de las mejores escritoras en romántica erótica) por la profundidad de sus personajes y sus historias. En la novela no faltan el humor, la intriga, los valores que dan sentido a la vida, el dolor de las pérdidas, las incertidumbres. 

En definitiva: Calle Dublín presenta un mundo bien construído, profundo, sensible, realista. Una historia creíble bien contada, con personajes cercanos y humanos. En un estilo definido y muy agradable. Y es un buen inicio de una serie que me agradará seguir leyendo.
.

miércoles, 7 de agosto de 2013

El sueño de la ciudad. Andrés Vidal

Una excelente novela parea disfrutar desde el principio...
En la Barcelona convulsa de 1914, Dimas Navarro, hijo de inmigrantes, se niega a aceptar su destino como mecánico en las cocheras del tranvía. En su aspiración por escalar socialmente, logra ganarse la confianza de Ferran Jufresa, el ambicioso heredero de una de las familias de joyeros más importantes de la Ciudad Condal. Sin embargo, no cuenta con un serio obstáculo: la atracción hacia Laura, hermana menor de Ferran y una mujer avanzada a su tiempo, que compagina su trabajo en el obrador familiar con su colaboración en el taller de la Sagrada Familia de Gaudí.

Hacía tiempo que estaba en mi lista de pendientes esta novela de Andrés Vidal. Cada tanto encontraba alguna buena crítica paseando por la blogosfera y se me reavivaba el anhelo, hasta que por fin me decidí.  

El sueño de la ciudad es una novela cuidada, mimada. Desde su estructura hasta sus personajes han sido trabajados y pulidos con esmero. La trama entrelaza ambición, intriga, suspenso, romance. Se entremezclan las ansias de superación personal y social, la necesidad de reconocimiento y valoración, las mezquindades propias de la avaricia y la ambición desmedida, el engaño y la manipulación, pero también aparecen la luminosidad del arte, las enseñanzas de maestros geniales, la ejemplaridad de conductas coherentes y fieles... Todo un gran espectro de caracteres y situaciones humanas.

Ya se presenta muy interesante desde lo estructural, con nombres de capítulos que plantean virtudes con su vicio correspondientes y una frase del arquitecto Antonio Gaudí como reflexión introductoria. Y es precisamente uno de los puntos más valiosos -a mi criterio- el poner la construcción del templo expiatorio de La Sagrada Familia  como telón de fondo de la trama, como un espacio que ancla el sentido de las acciones y las decisiones que toman los personajes. Casi a modo de pinceladas vemos la cotidianidad del genial maestro modernista y vislumbramos una personalidad carismática.

El manejo del tiempo (1904 - 1914 - 1926) es un marco progresivo que da perspectiva a los acontecimientos y permite una mejor apreciación de los hechos.

El estilo narrativo es preciso, rico, por momentos poético. La tensión dramática no decae pasando de las dificultades e intrigas del trabajo, las cuestiones de familia, el desarrollo del romance, el conflicto de corrupción de tono policial, los planteos éticos y morales de los personajes. 

Toda la novela es una deliciosa sinfonía donde cada instrumento es ejecutado en el momento adecuado con una actuación impecable. Con múltiples virtudes es una obra que se disfruta en cada página con lo cual se transforma en una recomendación indiscutible.

.