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jueves, 14 de febrero de 2013

Una tienda en París. Maxim Huerta.

Un regalo para los sentidos y el corazón...
Para disfrutar y enamorarse...
Una excelente manera de festejar el día de los enamorados.

Aún con las últimas imágenes y palabras de la novela retumbando en mi corazón siento la necesidad de compartir el placer que me generó leer esta obra.
Se las presento.


Argumento.


¿Alguna vez has pensado empezar de cero en otra ciudad?  Fue entonces cuando todo cambió. Justo al acercarme a aquel viejo cartel de madera escrito en francés que vendían en un anticuario improvisado de Madrid. Aux tissus des Vosges, Alice HUMBERT, nouveautés.
Entré sin decir nada. Tenía la mirada perdida del que logra lo que quiere. En pocos segundos presentí un vuelco y una irreprimible necesidad de cambiar de vida. Traducido quería decir: tejidos de los Vosgos, Alice Humbert, novedades. Significaba más, mucho más...
Màxim Huerta nos transporta al París de los felices años veinte de la mano de dos mujeres maravillosas, irresistibles y arrebatadoras. Una novela conmovedora, sensible y terriblemente sentimental que te hará soñar. Sin duda alguna, el libro más romántico del año.



Opinión.


“Siempre hace falta un golpe de locura para desafiar un destino.”  Marguerite Yourcenar.



Un inicio así no hace más que generar expectativa, dejar las puertas abiertas a nuestra sed de saber qué “locura” hará esta protagonista, Teresa, para cambiar su destino. O para buscarlo. Así entramos en los tonos con que se va describiendo esta vida, en primera persona, donde desde el comienzo se da el paralelismo con la pintura. Los negros, blancos, los grises predominan y agobian, tiñen todo lo que se describe, lo que se siente, lo que se espera. Así es la vida de Teresa. Lo sentimos en la piel y la empatía es inmediata. Y de pronto comienzan a suceder cosas… inesperadas, sorprendentes, ¿mágicas? Y ella se deja llevar. Su vida estaba en el momento justo para dar vuelta el timón y dejarse llevar. El detonante es un cartel que la atrae misteriosamente. Lo compra. Y a partir de allí todo puede suceder. Así aparece en escena Alice Humbert, y recorremos la vida de estas dos mujeres, cada una en su época, unidas “misteriosamente” por el azar, o por una razón que Teresa se empeña en descubrir.


Así es como viajamos a París recorriendo paso a paso los diferentes lugares –perfectamente identificables-. Respiramos el clima de fin de siglo cuando seguimos a Teresa y de alrededores de 1920 cuando conocemos a Alice. El autor logra hacernos palpitar el mundo de los artistas, pintores, modelos, fiestas, todo el ambiente de las vanguardias concentradas en Montmartre. La creatividad, la amistad, el desenfreno… todo vivido desde dentro. El mundo de Kisling, Modigliani, Pascin, Man Ray y la excéntrica Kiki de Montparnasse. Y el mundo de la moda con una Coco Chanel refinada. En todos los casos rescatando ocurrencias, anécdotas y dichos famosos de estos personajes. 


Las voces narrativas de estas dos mujeres se entrelazan y alternan construyendo la historia a la par que construyen sus propias vidas. Ambas pasan de los grises al color, a animarse, atreverse al color.  Con una prosa impecable, muy sensual, llena de imágenes y metáforas profundas, delicadas, deliciosas, vamos disfrutando de una lectura adictiva. La trama se presenta a modo de rompecabezas cuyas piezas van encajando delicadamente, con el toque justo de suspenso, saciando nuestra ansiedad de manera paulatina y dejándonos hilos para que los lectores podamos tejer parte de la historia. No siempre está todo dicho, y no es necesario. 


Como siempre, disfruto enormemente de la cuota de magia que nos regala la novela. La presencia necesaria de lo sobrenatural como fuerza que nos impulsa para buscar/nos. ¿Azar? ¿Destino? ¿Dios? Cada quien le pone su nombre pero sin duda es una fuerza de amor. Y estas mujeres pertenecen a “…una familia que a trompicones ha intentado buscar el amor.” 


“Una tienda en París” es una novela preciosa, que nos llena los sentidos y al corazón a la vez. Dos historias de mujeres valientes que se animan a hacerse a sí mismas, a superarse, a arriesgarse y buscar sus destinos. Aunque eso signifique dejar todo lo conocido y adentrarse en la locura de lo incierto. Una novela de aprendizaje, de crecimiento, de amor… en el más amplio sentido de la palabra, amor a la vida. Porque pasar de los grises al color implica dolor y renuncias, pero tiene recompensa. El autor no nos deja a medias y cierra su obra hasta con un moño.


Una historia entrañable. Una trama precisa. Unos personajes humanos, cercanos, queribles. Una prosa que disfruté muchísimo, que me deleitaba en releer y paladear. Una edición cuidada. Todo confluye en una novela excelente.
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martes, 5 de febrero de 2013

San Valentín... enamorado!!

Día de los enamorados... 

14 de febrero, día de San Valentín. Sacerdote romano que casaba a los jóvenes enamorados, aún sabiendo que desafiaba al emperador -quien había prohibido el matrimonio para favorecer un ejército con soldados libres de ataduras-. 

Si bien es una festividad de origen anglosajón la tradición se ha extendido a gran parte del mundo. Y los festejos son variados: flores, tarjetas, golosinas, libros. Y aquí es donde yo me engancho... porque aparecen muchas promociones, en librerías y editoriales, con diversidad de ofertas en literatura romántica en sus diversos formatos. Afortunadamente, con la aparición del libro digital, las posibilidades de lectura se amplían, pues la importación del libro de papel es cara y la oferta de las editoriales en digital está creciendo mucho.

Si atendemos a las estadísticas del medio podremos ver que el género de novela romántica es uno de los que más ha crecido en el mercado editorial y de los que clientes más fieles tiene. Y todos sabemos que el mercado varía mucho de acuerdo con  las modas literarias: novela negra, novela vampírica, autoayuda, erótica, etc. Pero la romántica siempre está presente. Y en la sobreoferta la calidad es variable, desde la muy buena literatura a la súper estereotipada, pero la decantación se produce sola. En general es bueno "dejar pasar" una mega operación de marketing hasta comprobar si la obra se mantiene por sí misma, en mi caso es lo que hago, y luego las críticas y el "boca a boca" van poniendo las cosas en su lugar.

Y es que el romanticismo siempre "está de moda" siendo una de las emociones fundamentales en el ser humano. Y la palabra, la escritura, es una de las manifestaciones más frecuentes. Alcanza con ver algunas paredes en las calles,  los pupitres en las escuelas, los cuadernos y carpetas de los adolescentes, los tatuajes en el cuerpo... 

El amor es la fuerza vital imprescindible. En cualquier orden de la vida.
El "eros" como impulso vital.

Si bien el tema del amor ha existido siempre en la litaratura -y en las artes en general- el género como tal se perfila diferente a finales del siglo XVIII en Alemania, Inglaterra, Europa en general, con una identidad propia arraigada en lo emocional y como enfrentamiento y rechazo al racionalismo. 

En la literatura la explosión es magistral y los clásicos marcaron una huella muy rica: Goethe, Victor Hugo, los adorables poetas ingleses, Jane Austen, las hermanas Brontë, Larra, Bécquer, Poe, Mármol... Toda una tradición de enorme riqueza. Y aunque el género romántico hoy en día ha variado su estructura la esencia se mantiene y seguimos asistiendo a contemplar el alma del ser humano en los buenos personajes, en las buenas obras. 
Y los subgéneros se diversifican: histórica, paranormal, erótica, suspenso, juvenil, etc. con autores destacados en cada uno.

¡¿Cómo no recomendar con emoción entrañable la lectura de "Orgullo y prejuicio" de Jane Austen, o "Jane Eyre" de Charlotte Brontë, "Amalia" de José Mármol, "Anna Karenina" de Tolstoi y tantas más?!

Y de las escritoras actuales disfruto enormemente de las novelas de Susan Elizabeth Phillips, algunas series de Nora Roberts -Bahía Chesapeake, serie irlandesa-, nuestra Florencia Bonelli de cuya obra soy incondicional (aunque sé que tiene algunas debilidades), la cordobesa Cristina Bajo con una escritura extraordinaria, la colombiana Ángela Becerra  con una prosa deliciosa, y tantos más...

En fin, que San Valentín puede ser una buena excusa para seguir alimentando la pasión de la lectura... 


Porque en definitiva de eso se trata -al menos para mi-, de bucear desde las palabras en los misterios del ser humano, en sus corazones, sus almas, para mantener el dinamismo de descubrir/me que me regala la literatura. 


¡Feliz lectura con San Valentín!
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