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jueves, 3 de octubre de 2013

Reunión en el restaurante Nostalgia. Anne Tyler

Nostalgia...
¿Se puede tener nostalgia de algo que no se tuvo? ¿No sería más bien un anhelo?
Pero ¿cuánto han tenido, o no, los personajes de esta genial novela de Anne Tyler?

La sensación de desasosiego, de chatura, de vidas frustradas que me ha dejado la novela es similar a mirar a algunas personas que sienten que su vida ha fracasado, que han pasado sobreviviendo, y sin embargo, encuentran resquicios y recuerdos a los cuales aferrarse para seguir adelante. Obsesiones que le dan sentido a la vida, viejos rencores y celos, viejos sueños tal vez románticos, el sentirse necesitado e importante para alguien. La necesidaad de sentirse y saberse querido. Los momentos de descontrol y desesperación que llevan a violencias que dejan marcas y hacen daño. Todo está descripto y narrado con maestría, nos vemos mirando la vida de esta familia, de sus integrantes, a veces preguntándonos ¡cómo pueden seguir? o ¿por qué lo aceptan sin más? Y a pesar de todo siguen, y se las arreglan.
Las reflexiones, los razonamientos y justificaciones, las miradas desde afuera... ¡Cuántas vidas semejantes!

Un retrato realista, descarnado, sin adornos, pero que nos deja la sensación de que, tal vez, si se lo proponen, aún puede mejorar. Sin redenciones milagrosas pero con una luz de esperanza. Sin un final romántico pero posible. Y tal vez el anhelo de Pearl puede, al fin, concretarse.

Un novela para leer con calma, disfrutando, mirando con respeto a una familia como tantas. A unas vidas como tantas.



Alrededor de una mesa, y ahondando en las emociones de una familia, Anne Tayler ha construido un mundo donde cada lector encontrará su propia historia.
Quizá se equivocó quien dijo que todas las familias felices se parecen, porque incluso la charla cordial de una familia reunida alrededor de la mesa revela el malestar de quien come y calla, la angustia de quien habla demasiado, y el vacío que deja ese plato puesto para alguien que nunca acudirá a la cena.Pearl, una mujer de ochenta y cinco años, no quiere caminar hacia la muerte sin recordar antes los momentos importantes de su vida, empezando por aquella noche de domingo de 1944 en que su marido puso cuatro trapos en una maleta y le contó que se iba, sin explicar dónde, sin decir si y cuándo volvería. A la mañana siguiente, faltaba alguien en la mesa del desayuno, pero la mujer no se atrevió a contar la verdad a sus tres hijos; lo que hizo fue buscarse un trabajo y aprender a disimular, educando a Cody, Jenny y Ezra como mejor supo, olvidándose a menudo de regalarles caricias y buenas palabras.

Los años han ido pasando, y ahora Cody es un hombre obsesionado por acumular afecto y dinero que no le pertenecen, Jenny busca una felicidad improbable en los hombres que la acompañan, y Ezra es el único que parece disfrutar de la vida entre las cuatro paredes de su restaurante. Es allí donde la familia se reúne, pero siempre hay un sitio vacío a la espera de que alguien llegue o vuelva... Alrededor de ese vacío, de ese plato abandonado, Anne Tyler ha construido un mundo donde cada lector encontrará su propia historia.


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