Especial para amantes de los libros y las librerías.
Una joyita por su delicada, sutil y entrañable hechura.
Una nouvelle epistolar que no tiene desperdicio. Como esas masas finas que se degustan y nos dejan un sabor suave, tenue pero contundente. Escrita sin estridencias, sin golpes bajos... como el fluir de la vida con las pequeñas alegrías, los inevitables sinsabores.
Describe una de esas amistades que se forjan desde lo que compartimos y amamos, en este caso los libros. En las cartas se comparten intereses y gustos intelectuales, pero poco a poco se va generando la confianza necesaria para la amistad. Luego se comparten bromas, y más tarde, los afectos, la familia, el entorno de trabajo... la vida.
Todo es delicado y sutil, como si tuviéramos una pieza de cuidado en nuestras manos, frágil pero a la vez sólida. Porque se trasluce el alma, como sucede siempre en las cartas. Pareciera que el género epistolar genera el clima necesario para "dejarse ver" un poco más, para mostrarse, pero no con el desparpajo y la desinhibición de las redes sociales en la actualidad, sino de una manera más profunda, más íntima, más esencial.
No tienen desperdicio las reflexiones de Helene sobre lo que se siente (sentimos los amantes de los libros) al tocar, acariciar, un libro de segunda mano, cuando el mismo se abre casi mágicamente en una página muy marcada pues, seguramente, al dueño anterior le gustó algo que allí se decía... y de repente, encontrar esa frase marcada, subrayada tal vez, y que en nosotros resuene también. O la otra opción, la de marcar a conciencia nuestros propios libros para que un lector venidero "nos lea" al encontrar la preferencia y así sepa algo más de nosotros, aún sin conocernos. En fin, las múltiples lecturas que nos ofrece la magia de los libros, de la literatura: las relaciones autor-lector, libro-lector, lector-lector, lector-librero, etc.
La historia fue convertida luego en guión teatral y posteriormente llevada al cine con Anthony Hopkins y Anne Bancroft, versión que busqué pero aún no encontré. Me intriga saber cómo se adaptó en ambos casos pues los protagonistas nunca se vieron personalmente, lo que no quiere decir que no se conocieran.
En octubre de 1949, Helene Hanff, una joven escritora desconocida, envía una carta desde Nueva York a Marks & Co., la librería situada en el 84 de Charing Cross Road, en Londres. Apasionada, maniática, extravagante y muchas veces sin un duro, la señorita Hanff le reclama al librero Frank Doel volúmenes poco menos que inencontrables que apaciguarán su insaciable sed de descubrimientos. Veinte años más tarde, continúan escribiéndose, y la familiaridad se ha convertido en una intimidad casi amorosa. Esta correspondencia excéntrica y llena de encanto es una pequeña joya que evoca, con infinita delicadeza, el lugar que ocupan en nuestra vida los libros... y las librerías. 84, Charing Cross Road pasó casi inadvertido en el momento de su publicación, pero desde la década de los setenta se ha convertido en un verdadero libro de culto a ambos lados del Atlántico.
Una excelente opción de lectura. Breve, bella, delicada, profunda. ¿Qué más?
A disfrutarla...
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